sábado, abril 01, 2006

Sobre la lucha interna...

Proceso de Reorganización Personal.

Desperté al alba rodeado de una inmensa masa móvil, un abundante y grotesco rejunte de cuerpos sin alma, artífices de un gran virus para autoconsumo colectivo producto de incertidumbres y sinsentidos y demás puerilidades vueltas voluntariamente inextricables, cuyo único objetivo era desviar falazmente de la realidad binaria a todos aquellos que hubieran sido infectados.

Se manifestó como el miedo a los fantasmas, terror solo comparable en potencia e incoherencia al de un infante en las tinieblas, pues aquellos espectros no eran más que espejos cubiertos por telas de escaso porte, colocadas por las mismas víctimas para disuadirse de la lucha eterna, llámese disidir del promedio; aquella militancia que, según es fama, solo termina cuando se la abandona. Por carencia de final, los desgraciados la ven infructuosa mientras los iluminados escalan incesantemente y observan desde la lejanía a los ínfimos primeros.

Al aceptar la propia perspectiva, la paradoja es el antídoto. Hallándose en un nicho interno solo asequible por determinación propia, cual oruga en plena metamorfosis, el cambio debe verse como menester, desterrando todo vestigio de confusión y afianzando la voluntad de progreso. Es el proceso entre ver una puerta y atravesarla. Simple y compleja, comienza la batalla contra el verdadero enemigo; el único aliado.

El peor enemigo es el que llevamos dentro.