sábado, octubre 14, 2006

Transición

Bienvenido, mi buen amigo,
a la incandescente blancura
que este infierno te procura.
Ése en que nunca habías creído.

Es tan vasto y luminoso que
solo miedos y congojas
del pasado te sofocan,
y la sombra ya no te acoge.

Admirando lo eterno,
que inútil ya es todo...
hoy has muerto.

El tortuoso recuerdo.
Entonces, ¿por qué todo?
(el vacío te pregunta)

¿Por qué hijo y estudiante?

Tantos años de vivir
esperando, negando;
solo temiendo morir.

¿Por qué padre y laborante?

No serás recreado.
No serás reencarnado.
No serás recordado.

¿Ahora qué anhelas?

Sobre tí, la eterna brisa,
las pisadas, los gusanos,
y esta lluvia con sus manos
que toda tierra y pasto alisan.

Te han enterrado.

El reloj queda en la entrada.
No me mires en la bruma;
no te miro, pues no existes.

Ya no sientas, ya no esperes
esta es tu nueva tumba.
El tiempo es cosa pasada.

Tan solo uno más,
nacido para morir.

Mira ya, cuan importante te creías.
Mira ya, mientras las larvas te mastican.
Mira ya, mientras la fría lluvia aplana.
Mira ya, mientras las tiesas hojas te tapan.
Mira ya, cuan verde el pasto te reemplaza.

¿Viviste? ¿Realmente viviste?

Tu sangre sólo movió un cuerpo.
Tu saliva sólo abrasó comidas.
Tu semen sólo endulzó látex.
Tu sudor sólo empapó camisas.
Tu llanto sólo roció penas.

¿Ahora qué te queda?

Salvo el recuerdo, cual ventana
que desde afuera contemplas;
que a lo lejos hoy anhelas.
Seca y muerta, una pantalla.

Siempre lo que debías,
más nunca lo que querías.
Siempre atento a las horas,
mas nunca a las estrellas.

Memorias de granizo, ese
demonio ardiente, inquieto.
Si ni el polvo ya te acecha;
hasta tu Dios te ha dejado.

¿Por qué tanto alboroto?
Si no vives para sentirlo.
¿Por qué tanto martirio?
Si no sientes para sufrirlo.

No más luces,
no más sombras.

Solo... nada.

No hay comentarios.: